En medio del desierto
A veces se cuentan leyendas que
nadie escucha
El viento las trae desde los mares
lejanos
Y el frío les talla una noche
perecedera
En medio de la arena del desierto
Tenue la luz de la luna
Alumbra
Clavados cada tanto
En la arena, desierto,
Estamos como cactus
Fingiéndonos actores de una escena
quieta y espinosa
Donde todo tu paisaje
Remite a lo ido
Al oído
Al ohhhh ido
El ombligo de la memoria
Sería
La naturalezadentro
Donde fundo del tiempo sólo lo que
soy
Cómo no acobardarse ante tanto
escombro
En medio de los muertos
Ante tanta raíz viva que nace en
la carroña
Cómo no envalentonarnos
Viendo el verde que viene de la Muerte
Una cajita de recuerdos
Renguea esa musiquita de adiós
Que se mete entrañadentro
A pasearse de a dos
A girar aupados a caballo
A desbocarnos en el calor de la
sangre
En la cajita
No entran el verde vivo de aquel
árbol al fragor de la primavera
Ni el gesto de tu risa en el viaje
donde todo se dio por empezar
Es vieja la cajita
De un polvo indefenso que arrebata
aromas a lo poco y lo pequeño
Vieja y amarillenta
Un otoño que hace estragos
estivales
Hay algo de profano y de rebelde
en su seguir siendo a la hora de la vida
Algo de quijote perdido en
díscolos afanes
Algo de mí que no soy yo
Una quietud se acerca desde el
después
El después había sido una trampa
escondida en los entornos de una ciudad poco visible
En la quietud de la casa se alojan
los pequeños cielos y los ínfimos infiernos de las memorias futuras,
esperándonos sin saber por qué
Había una vez un hogar en el
horizonte
Había una vez una vez donde ese
hogar parecía lejos
Hay una vez esta vez un mundo que
es real
Donde viajamos el presente como
promesa
Donde el tiempo desaparece en su
actualidad
Somos
En las raíces de aquel primer
desconcierto
eco solitario de una idea
Desarmado en los pasos que lo
cierto funda y funde
En la carne y el hueso de lo que
es
Una quietud originada en el después se acerca
El después había sido una trampa
escondida en los entornos de una ciudad también escondida
En la quietud de la casa se alojan
los pequeños cielos y los ínfimos infiernos de las memorias futuras,
esperándonos sin saber por qué
Había una vez un hogar en el horizonte
Había una vez una vez donde ese
hogar parecía lejos
Hay una vez esta vez un mundo que
es real
Donde viajamos el presente como
promesa
Donde el tiempo desaparece en su
actualidad
Somos
En las raíces de aquel primer
desconcierto
eco solitario de una idea
Desarmado en los pasos que lo
cierto funda y funde
En la carne y el hueso de lo que
es
La casa me pide que me quede
Dice que es bueno cada tanto sentir la quietud de los
días en su espacio
Y yo, claro, desconfío,
De lo que dice
De lo que muestra
Y trato de irme
Mas todo arrebato
Se reduce a la idea de la fuga
Que se desvanece en tu risa
En los acordes de una guitarra
En las correrías de una pequeñez fornida
Y en las canciones de cuna de la fragilidad
Qué sería la poesía sino esta gesta en la que tratamos
de huir del espanto de quedarnos
El cuerpo, compañero, se rinde al eco de haber sido
dos, tres veces casa
Primero, casa de la locura de amarte
Después, morada de las vísperas de un vientre
Finalmente por ahora, hogar de redoblarle la apuesta
al milagro
Quién dice que no puedo decir milagro.
Hay que descascarar el lenguaje para sacarle los
disfraces,
Decir con simpleza
Dejar de prohibir
Cuánto desentierro
En este arraigo
La lumbre de tu noche
Será el vagido
En que la vida
Se te acerque como mundo
En que el aire sea por primera vez tuyo
Tu primera luz
Va a bailar el llanto de una dicha sin palabras
No hay lenguaje para despedirte
De tu mundo
Del pequeño océano de tu larga noche
De la apacible noche de tu hambre y tu sed
Lo real tiene códigos que suelen escapársele al
lenguaje
Lo real no tiene códigos
Cualquier intento de transcripción de lo real
terminará en fracaso
El fracaso es la buena manera que tienen los actos de
enseñarnos a crecer
Este planearme sobre lo que fui
Avizora el combate contra lo imposible
El deseo de conquistarlo
la gesta de lo real